Incluso con las manos atadas, no es el final.
Somos lo que tenemos:
nuestras heridas,
hermosas heridas,
nuestra realidad,
nuestra utopía.
Sintiéndonos tan pequeños,
olvidados,
a punto de ser apedreados,
condenados como suicidas...
Podemos ponernos de pie,
incluso en el borde,
incluso de rodillas.
Claro que podemos.
Entre el castigo y la lucha elegida,
Entre el quebranto y la fe compartida,
vamos a ponernos de pie,
tomarnos de las manos,
saltar
y salvar nuestra historia:
nuestras hermosas heridas.
Texto: Andrés Miles © All rights reserved