Cuenta el poeta persa Rumi que Mo'avia, el primer califa del linaje de Omniad, estaba un día durmiendo en su palacio cuando lo despertó un extraño.
Mo'avia se quedó asombrado. ¿Por qué el príncipe de las tinieblas, aquel que desea siempre el alma de los hombres de poca fe, estaba ayudándolo a cumplir con un deber religioso?
Lucifer explicó:
-Recuerda que yo fui creado como un ángel de luz. A pesar de todo lo acontecido en mi existencia, no puedo olvidar mi origen. Un hombre puede viajar a Roma o Jerusalén, pero siempre lleva en su corazón los valores de su patria: lo mismo sucede conmigo. Todavía amo al Creador, que me alimentó cuando era joven y me enseñó a hacer el bien. Cuando me rebelé contra Él, no fue porque no lo amase. Antes al contrario, Lo amaba tanto que tuve celos cuando creó a Adán. En aquel momento, quería desafiar al Señor y eso me arruinó. Sin embargo, aún recuerdo las bendiciones que me fueron dadas un día y tal vez actuando bien pueda retornar al Paraíso.
Mo'avia respondió:
-No puedo creer lo que me dices. Tú has sido el responsable de la ruina de muchísima gente en este mundo.
-Pues puedes creerlo --insistió Lucifer--. Solo Dios puede construir y destruir, porque es Todopoderoso. Fue Él, al crear al hombre, quien colocó en los atributos de la vida el deseo, la venganza, la compasión y el miedo. Por lo tanto, cuando veas el mal a tu alrededor, no me culpes, pues yo no soy más que el espejo de todo lo que de ruin tiene el mundo.
Mo'avia sabía que algo no iba bien y comenzó a rezar desesperadamente para que Dios lo iluminase. Pasó la noche entera hablando y discutiendo con Lucifer y a pesar de los brillantes argumentos que este esgrimía, no se dejaba convencer.
Cuando el día ya estaba amaneciendo, Lucifer finalmente cedió, explicando:
-Está bien, tienes razón. Cuando esta tarde llegué y te desperté para que no se te pasara la hora de las plegarias, mi intención no era acercarte a la Luz Divina. Sabía que si dejabas de cumplir tu obligación, sentirías una profunda tristeza y durante los próximos días rezarías con redoblada fe, pidiendo perdón por haber descuidado el ritual. A los ojos de Dios, cada uno de estos rezos, hecho con amor y arrepentimiento valdría lo mismo que doscientas oraciones hechas de manera automática y rutinaria. Terminarías más purificado e inspirado, Dios te amaría más y yo estaría más lejos de tu alma.
Lucifer desapareció, y acto seguido entró un ángel de luz:
-No olvides nunca la lección de hoy --le dijo a Mo'avia--. A veces el mal se disfraza de emisario del bien, pero su oculta intención es causar más destrucción.
Desde aquel día, Mo'avia rezó con arrepentimiento, compasión y fe. Sus plegarias fueron oídas mil veces por Dios.
Reflexión
Inspirada en Mahatma Gandhi:
"Un no pronunciado con convicción profunda es mucho más importante que un sí dicho para agradar, para ser simpático o, lo que es peor, para eludir problemas que forman parte del camino y que deben ser resueltos".
-¿Quién eres? --preguntó.
-Soy Lucifer --fue la respuesta.
-¿Y qué buscas aquí?
-Es ya la hora de las oraciones y tú sigues aquí durmiendo.
-Soy Lucifer --fue la respuesta.
-¿Y qué buscas aquí?
-Es ya la hora de las oraciones y tú sigues aquí durmiendo.
Mo'avia se quedó asombrado. ¿Por qué el príncipe de las tinieblas, aquel que desea siempre el alma de los hombres de poca fe, estaba ayudándolo a cumplir con un deber religioso?
Lucifer explicó:
-Recuerda que yo fui creado como un ángel de luz. A pesar de todo lo acontecido en mi existencia, no puedo olvidar mi origen. Un hombre puede viajar a Roma o Jerusalén, pero siempre lleva en su corazón los valores de su patria: lo mismo sucede conmigo. Todavía amo al Creador, que me alimentó cuando era joven y me enseñó a hacer el bien. Cuando me rebelé contra Él, no fue porque no lo amase. Antes al contrario, Lo amaba tanto que tuve celos cuando creó a Adán. En aquel momento, quería desafiar al Señor y eso me arruinó. Sin embargo, aún recuerdo las bendiciones que me fueron dadas un día y tal vez actuando bien pueda retornar al Paraíso.
Mo'avia respondió:
-No puedo creer lo que me dices. Tú has sido el responsable de la ruina de muchísima gente en este mundo.
-Pues puedes creerlo --insistió Lucifer--. Solo Dios puede construir y destruir, porque es Todopoderoso. Fue Él, al crear al hombre, quien colocó en los atributos de la vida el deseo, la venganza, la compasión y el miedo. Por lo tanto, cuando veas el mal a tu alrededor, no me culpes, pues yo no soy más que el espejo de todo lo que de ruin tiene el mundo.
Mo'avia sabía que algo no iba bien y comenzó a rezar desesperadamente para que Dios lo iluminase. Pasó la noche entera hablando y discutiendo con Lucifer y a pesar de los brillantes argumentos que este esgrimía, no se dejaba convencer.
Cuando el día ya estaba amaneciendo, Lucifer finalmente cedió, explicando:
-Está bien, tienes razón. Cuando esta tarde llegué y te desperté para que no se te pasara la hora de las plegarias, mi intención no era acercarte a la Luz Divina. Sabía que si dejabas de cumplir tu obligación, sentirías una profunda tristeza y durante los próximos días rezarías con redoblada fe, pidiendo perdón por haber descuidado el ritual. A los ojos de Dios, cada uno de estos rezos, hecho con amor y arrepentimiento valdría lo mismo que doscientas oraciones hechas de manera automática y rutinaria. Terminarías más purificado e inspirado, Dios te amaría más y yo estaría más lejos de tu alma.
Lucifer desapareció, y acto seguido entró un ángel de luz:
-No olvides nunca la lección de hoy --le dijo a Mo'avia--. A veces el mal se disfraza de emisario del bien, pero su oculta intención es causar más destrucción.
Desde aquel día, Mo'avia rezó con arrepentimiento, compasión y fe. Sus plegarias fueron oídas mil veces por Dios.
Reflexión
Inspirada en Mahatma Gandhi:
"Un no pronunciado con convicción profunda es mucho más importante que un sí dicho para agradar, para ser simpático o, lo que es peor, para eludir problemas que forman parte del camino y que deben ser resueltos".
Relato tomado de "Ser como el río que fluye" de Paulo Coelho
Andrés Miles © All rights reserved
7 comentarios:
Absolutamente MARAVILLOSO. Gracias por este inicio de mañana. Un beso desde Ibiza
no hay peor cosa q cuando el diablo nos hace creer q es bueno para hacer el mal
Mmmm Paulo Cohelo, qué cutre. Leé Séneca que te va a hacer mejor.
Muy bueno, me encanto!!
:D
sale, cuidate que estes bien
byE
ajaj cari, puede que tengas razón en el razonamiento final, pero para aprender a decir "no" yo no recurriría a Paulo Coelho ni, ya puestos a dios.
NO creo en dios, no voy a crear en el demonio que lo creó, jajaa. Pero bueno, quitando ese pequeño detalle de que soy ateo y a mí estas historias de demonios y dioses me dan por culo, tu historia es muy literaria... Aunque me gustaría más que describieras al ángel con un cuerpo bien formado, una bello falo, una cara angelical (claro, jaja).
Bezos, marido endemoniado, jaaj
A mi me cuesta un montón decir que no, jajajaja, y hasta ahí puedo leer, pero por culpa de eso he poblado al mundo de pequeños Pimpfs. Que no... vamos, pero esta lectura es bíblica total, pero aplicada al marajá este... que extraña lectura, chuli.
Bicos Ricos
Esta lectura no es bíblica, que se emplee un angel y un demónio no lo convierte en bíblico; metáfora lo llaman algunos.
Y aunque sí es verdad que Paulo Coelho tiende a la religión, yo me quedo siempre con la esencia de sus textos. Y soy ateo, y mucho.
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